Las fabricas de sueños

Había una vez un país muy lejano, pero extremadamente lejano, de esos tan lejanos que muy poco se conoce de ellos, en donde tenían 2 fábricas de sueños. Dichas fábricas tenían por objeto mantener a la población de ese país precisamente en el sueño, aletargados, semi inconscientes con la finalidad de que los gobernantes pudieran hacer y deshacer sin que la población dijera nada. Durante años les resulto perfecto el plan, mantenían a mucha gente dormida y soñando con sus churro novelas, que eran unas historietas en que una chava pobre, del abondojo, resultaba hija de un magnate, se volvía millonaria y sofisticada de la noche a la mañana y se vengaba de todos los males sufridos y sus causantes, y le sacaron jugo durante generaciones, una vez era paracaidista, otra vez costeña, otra vez vivía en la selva y así sucesivamente, sólo cambiaban el nombre de la heroína y el ambiente en que se desarrollaba la historia. Y así tenían, para todos los gustos, luchadores, cantantes plásticos, encueratrices, pero había sueños que les resultaba todo un éxito: El gran campeoncito mexicano junior, un boxeador medio tronco, que usaba hierbas medicinales para comunicarse con Morfeo, porque según él, era la única forma en que podía dormir y controlar su nerviosismo, de cualquier modo, le ponían puros costales de contrincantes y aunque perdiera a la vista de todos, le daban los resultados, pero el sueño se acabó el día que se enfrentó al Wonderfull y lo dejaron adolorido hasta los ancestros. El Cinnamon, al que peinaban con mole todos los días, y le alaciaron el cabello una vez que cobró algo de fama, que supuestamente era el gallo fino de la fábrica, pero que cuando lo enfrentaron con un verdadero contrincante, no le supo ni a melón porque se lo pasó entero y hasta ahí llegó el sueño. La Señorita rescatadora, importada de América del Sur, que tenía un show en donde supuestas familias se gritaban sus verdades a voz en grito, se sacaban los trapitos al sol y ella bondadosamente defendía al más débil a través de insultos y amenazas y al final es daba un carro taquero para resolver su futuro. Pero que un día fue en un sueño mágico, montada en una libélula mágica propiedad del gobierno a rescatar a unos damnificados, pero pidió que le alfombraran el piso y cargaran para no caerse y las redes sociales despertaron del sueño a la gente con 150 mil rúbricas. El Tri, o lo que es lo mismo, el Gigante medio continente, supuestos guerreros hechos de maíz inflado, perfumados con fragancias “Europeas”, que cierto día se descubrió no eran más que roedores enlamados, tan chafas que tuvieron que contratar a Rey Midas en un plan emergente para poder ir a pasear a Brasil y de tanto estrés, el sueño terminó. La soberanía del País, que era como que la Carta fuerte, venderle a la gente el sueño inmaculado de que eran un país libre, soberano, independiente, pero que se hizo trizas cierto día en que La Zorra le tuvo que pedir al Comandante Verde Olivo que por favor cenara y se fuera para no tener problemas con el Policía Mesiánico que se decía el salvador del mundo. El caso es que mientras más tiempo pasaba, los sueños se iban pudriendo y la gente, lentamente, iba despertando, hasta el día en que dejaron de soñar que el Gobierno represor era más fuerte, que era intocable e inamovible, las conciencias fueron despertando, se les quitó lo enmohecido, comenzaron a revivir y se dieron cuenta que la gente es dueña del destino de su país, que tenían que protestar y defenderse, que tenían el derecho a mandar al demonio al mal gobierno y su rapacidad y entonces en un violento despertar terminó el sueño de la falsa soberanía y empezó una pesadilla para los poderosos en donde la gente demandaba, exigía, promovía cambios y transformaba al país. Parece difícil, pero podría ser cierto… …sólo hay que despertar. LIC. MARCO A. GONZÁLEZ J.